13 agosto 2006

Pobre Dodo

Siempre me atrajo el Dodo, ese pájaro con andares torpones y expresión entre triste y risueña (como la Mona Lisa). Sabemos como la rechoncha ave no voladora que vivió en la isla Mauricio del océano Índico desapareció a finales del siglo XVI, solo doscientos años después que fuera descubierto por los exploradores europeos.
Así se conservan imágenes, grabados,... incluso restos (no hace mucho pude ver en el programa de viajes Lonely Planet un museo dedicado al Dodo en la Isla Mauricio).

Recientemente un equipo de científicos holandeses han encontrado un yacimiento de fosiles con más de 3.000 años de antiguedad que contenía restos de Dodo (Raphus cucullatus) y de otras especies. Con este hallazgo se está intentando recomponer el ecosistema primigenio del pájaro y descifrar algo de lo que pudo ser su vida. Lo que parece que está claro es que no se extinguió por la caza (hay documentos que muestran que los colonos holandeses no apreciaban su carne) o la deforestación (que es posterior a su extinción). Lo que sí parece que tuvo que ver es la competencia de los mamíferos introducidos, principlamente monos y cerdos.

Mientras nuestro solitario pájaro bobo seguirá viviendo entre las páginas de Alicia en el país de las maravillas





--¿Qué es una Carrera Loca? --preguntó Alicia, y no porque tuviera muchas ganas de averiguarlo, sino porque el Dodo había hecho una pausa, como esperando que alguien dijera algo, y nadie parecía dispuesto a decir nada.
--Bueno, la mejor manera de explicarlo es hacerlo.
(Y por si alguno de vosotros quiere hacer también una Carrera Loca cualquier día de invierno, voy a contaros cómo la organizó el Dodo.)
Primero trazó una pista para la Carrera, más o menos en círculo («la forma exacta no tiene importancia», dijo) y después todo el grupo se fue colocando aquí y allá a lo largo de la pista. No hubo el «A la una, a las dos, a las tres, ya», sino que todos empezaron a correr cuando quisieron, y cada uno paró cuando quiso, de modo que no era fácil saber cuándo terminaba la carrera. Sin embargo, cuando llevaban corriendo más o menos media hora, y volvían a estar ya secos, el Dodo gritó súbitamente:
--¡La carrera ha terminado!



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