17 enero 2006

Chicle cosmos

Si en mis manos cayera ahora mismo un chicle cosmos, con ese color negro-negro, que te dejaba la boca y los labios como si te hubieras comido un arroz con tinta de calamar, me sentiría como Proust con su magdalena. Un hilo a partir del cual sacar toda una ristra de recuerdos de la infancia.

Pues bien, no tengo en las manos este auténtico espantachicas, por eso de la boca renegrida, pero sí virtualmente. Me lo ofrece una página que es un auténtico cofre de tesoros de la memoria, te acuerdas

Aquí la gente nacida en los sesenta y setenta (sobre todo) podemos soltar una lagrimita rememorando nuestro pasado lúdico, que nada tiene que ver con la orgía actual de playstations y armatostes y donde pasabamos más tiempo en la calle que en otro lado.


Pues eso antes de merendar y ver a los Thunderbirds a jugar un poco a la baraja de la familia. Pero antes me lavaré la boca a ver si me quito esta sombra negra del chicle.


3 comentarios:

Marga Jiménez dijo...

Jaja, ¡Qué bueno, Ric!

Como no me dejaban que me comprara el chicle, no se me ocurría nada más que autoenvenename metiéndole al chicle normal las puntas de los lápices de colores. Años después me explico muuuchas cosas.

Saludos.

Marga.-

Ricardo dijo...

Jová Marga así te salen palabras coloridas todavía.
Pero tu eres más jovena, y seguramente no conociste el chicle cosmos

Marga Jiménez dijo...

Noniná....si hasta el andrew lo conoce y gracias por tus palabras sobre las mias, aunque más que coloridas me salen coloreá.