Acabo de leer la novela El otro nombre de Laura de Benjamin Black, el seudónimo para la literatura negra de John Banville uno de los mejores novelistas vivos en lengua inglesa segun los críticos, premio Booker no hace mucho.
Pues bien recién terminada me deja un regusto de buena escritura y correcta descricpión de personajes y ambientes, pero el enfoque depresivo de la historia, la tristeza de fondo con que dibuja a todos -todos- los personajes y ese Dublin meláncolico y gris de los años cincuenta te deja un poco noqueado y sin ganas de mucho más. Además la trama donde se mueve el triste y ex-alcohólico forense Garret Quirke, tampoco me ha parecido la bomba.
En la misma línea, pero peor, sitúo a Henning Mankell, el escritor sueco responsable de la serie protagonizada por el inspector de policía Kurt Wallander. Éste está a punto de jubilarse, también es un desertor de la botella y está peleado con el mundo y la sociedad posmoderna, pero a mi me aburre y no me interesan nada sus líos internos.
Prefiero una buena trama que esté bien escrita pero por favor sin cargar las tintas en una mirada depresiva al mundo. Un poquito de humor tampoco viene mal a veces.
Ahora estoy con Petirrojo la última de las cinco novelas de otro autor nórdico Jo Nesbø. A ver como respira.
No se si aguantaré otro detective triste.
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