18 abril 2012

El santuario del rocío

Esquivo peregrinos y caballos.
Camino urgente en zig-zag
entre carretas y hermandades.
Niños con cirios encendidos
en la noche sin luna
de la marisma.
No quiero oir
más cantos y danzas
para la virgen de la aldea.
Tras el gentío
que reza equivocado
mis pasos, seguros en la arena,
me dirigen al santuario vivo,
al padre acebuche de los mil años.
Dios orgulloso
que sigue regalando su sombra
a aquelllos
que lo ignoran cada día.




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