04 noviembre 2007

Elvis en Florencia



En un oscuro callejón del popular barrio florentino de la Santa Croce una taberna antigua te retrae de golpe decenas de años atrás a lo más canalla y popular de la ciudad. Tras la cristalera, como tarjeta de visita, el Antico Vinaio Noe muestra sobre una pila de cajas de madera los frutos del otoño, varias cajas con funghi porcini (boletus eduli), con largas y finas alcachofas de hojas moradas y verdes y otra con delicadas flores azafran de calabacín.
Esta visión ha motivado que ahora estemos dando buena cuenta de un carpaccio de funghi con grana y rucola aderezado con unas gotas de aceto balsámico y un untuoso aceite toscano y una bisteca con carcioffi (alcachofas) acompañadas de exquisitas flores de calabacín fritas.
Colores, olores y sabores que te hacen viajar a la Toscana rural y a un mundo antiguo que afortunadamente aún permanece aquí.

Mientras en una mesa próxima se ha sentado el dueño a compartir una copa de vino con un parroquiano habitual la pequeña taberna se ha llenado con un grupo de gente joven.
Para completar la escena al rato asoma por la puerta un personaje singular de la noche de Florencia. Un Elvis con tupé, pañuelo al cuello, cazadora llena de pegatinas y chapas referentes sólo al Rey y armado con una guitarra acústica negra forrada también de adhesivos rockeros.
Al finalizar su improvisado concierto y pasar la gorra, acabamos de charla con Francesco, que así se llama este Elvis, hablando de sus planes de viaje a Memphis y con un aguardiente en la mano se anima a entonar, muy correctamente, una triste balada de la época hawaiana de Presley.

La dura ley antitabaco, que impide fumar en cualquier local público, nos ha llevado al callejón cubierto a la puerta del bar, con Massimo el dueño y su amigo, a lo que más tarde se unen el cocinero y su ayudante negro, formando una improvisada reunión rockera ante una botella de grappa y otra de limoncello. Animado por el licor, Elvis-Francesco, reafirmando su condición de napolitano, comienza a despotricar contra los Saboya y a decir que el es borbónico.
Con el humo de una calada su mirada parece que está de viaje a Memphis. Le preguntamos si no piensa ir también a Hawai y responde, con sorna pero muy serio, que hacen falta muchos euros para eso. Quizás Elvis no está muerto y vive en Florencia.

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